Desconocimiento del uso de tecnologías 'limpias' y una serie de trámites y requisitos tienen parado el programa piloto en Bogotá.
Tomada de Web 2.0 |
Aunque, desde el año pasado, la Alcaldía de Bogotá dio luz verde al
programa piloto que incorpora 50 taxis eléctricos al parque automotor de la
capital, estos están literalmente ‘desenchufados’. Por diversas razones, los
carros permanecen estacionados en las instalaciones de Praco Didacol.
A través del decreto 407 del 2012, se autorizó –a partir del mes de enero
pasado– la operación de los 50 taxis en un programa piloto en el que
participan, además de la Alcaldía de Bogotá, la Fundación Clinton, Codensa, la
marca BYD representada en Colombia por Praco Didacol, y las empresas Taxatélite
y Taxi Roxi Internacional, entre otras.
El objetivo de este piloto es promover la utilización de tecnologías
limpias, evitar el uso de combustibles fósiles e incentivar una política
pública orientada a la renovación de la flota de taxis en la ciudad. No
obstante, en el camino han venido surgiendo una serie de obstáculos que impiden
que la flota empiece a rodar por la ciudad. En principio, se dijo que el piloto
estaría rodando en marzo.
Fuentes consultadas por EL TIEMPO explicaron que ésta es una experiencia
nueva en el país, razón por la cual, en el camino hacia la puesta en marcha del
programa, se van descubriendo vacíos que es necesario subsanar.
Entre los obstáculos se destacan el desconocimiento del funcionamiento de
tecnologías limpias y del modelo de negocio, la exigencia de una cantidad de
requisitos y la falta de infraestructura.
Para matricular estos taxis, el Ministerio de Transporte exigió pintarlos
de verde, no se sabe con qué argumento. Los BYD son de color azul y blanco, y
aunque no hay una norma que diga que deben ser de estos colores, en el resto
del mundo se les identifica así porque el azul y el blanco están relacionados
con la calidad del aire, de la protección del agua y del medio ambiente. El
verde se usa más para identificar los vehículos que son propulsados por gas.
Convencer a las aseguradoras para proteger este tipo de vehículos también
ha sido un problema, y nadie está dispuesto a arriesgar un capital en la calle.
Lo mismo pasa con el Soat, pues uno de los parámetros de este seguro es el
tamaño del motor, que se mide en centímetros cúbicos, y los eléctricos, en
vatios.
El modelo de negocio todavía genera inquietudes entre los taxistas. En
primer lugar, porque les limita el uso del carro a cinco años. Transcurrido ese
tiempo, al finalizar la operación piloto de los taxis, estos solo podrán
cambiarse a servicio particular y no generarán derecho a reposición en el
servicio público.
Según algunas fuentes consultadas por EL TIEMPO, lo ideal es que los taxis
fueran operados por empresas y no por personas naturales como lo pidió el
alcalde Gustavo Petro. Esto no significa que el piloto no pueda funcionar bajo
este esquema, pero sí genera más obstáculos porque algunos de los taxistas
aspirantes han tenido dificultades con el sistema financiero, por no ser
sujetos de crédito.
Para ello hubo que explicarles a las entidades financieras las bondades del
proyecto, para que lo entendieran, o buscar crédito a través de Bancoldex. Y
hay que hacer otros trámites ante los ministerios de Minas, Ambiente y Comercio
para que estos vehículos sean excluidos del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Por último, existe el problema para las estaciones de recarga (ver nota
anexa, página 2), sin embargo, todas las fuentes consultadas por EL TIEMPO
coincidieron en que el programa piloto es necesario y está bien encaminado,
cuenta con apoyo de todas las entidades involucradas y, a pesar de las
dificultades, “pronto se verán los taxis BYD rodando por las calles de Bogotá”.
Así son los taxis BYD
Los 50 carros eléctricos del modelo E6 de BYD ya
están en el país y, a diferencia de sus hermanos ‘amarillos’, son más grandes y
cómodos. Cada uno tiene un costo de 48 mil dólares (poco más de 86 millones de
pesos).
Gracias a que hacen parte de un programa piloto de uso de tecnologías
‘limpias’, los taxis no tienen que pagar por el ‘cupo’.
La autonomía de estos BYD está por encima de los 250 kilómetros. Los
cálculos indican que, comparados con un carro de motor de combustión interna,
el ahorro es del orden de los 12 millones. Al año pagarían 6 millones en
consumo de energía, mientras que, en gasolina, el consumo asciende a los 18
millones de pesos.
La vida útil de la batería es de 6.000 ciclos y su carga total se obtiene
en dos horas con la posibilidad de las ‘intermedias’ de una hora para extender
el recorrido de un día, a más de 350 kilómetros.
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